miércoles, 7 de diciembre de 2011

¡Vivan los chacales!

¿Quién no ha soñado con un chacal? ¿Cuántas mujeres engañadas como yo no han llevado a la realidad su fantasía de liarse con un hombre de aspecto rudo y varonil, de preferencia moreno? He aquí un homenaje al chacal.



Como dice la canción de Paquita la del barrio: “Arrabalera me llaman, porque vendo mis caricias, porque no me importa nada, el sentir del corazón. Arrabalera me llaman, y no saben que la suerte y el destino de las gentes lo decide sólo Dios. Arrabalera me llaman…”. Y como arrabalera que soy, también me encantan los chacales. Por eso no dejo de ir al Spartacus y a cuanto antro arrabalero se me atraviese, y por la misma razón le tengo tanta envidia a las vestidas (llámense travestis) que se consiguen esos mayates hermosos.

Cuánta razón tiene Fernando Díaz, reportero de Anodis, en su pieza “Las fantasías sexuales de los gays”, donde por supuesto figuran los chacales: “Albañiles, plomeros y camioneros con aspecto brusco, vulgar y en algunos casos varoniles, caben en esta categoría. Sus rasgos sexuales, que los describen como cachondos o sexys, se prestan excelentemente a una buena fantasía, tanto que sus herramientas de trabajo pueden ayudarte a satisfacer aquel deseo sexual reprimido: embarrarte de mezcla con él mientras te pone a colar el techo, que te cambie el empaque de la tubería o que te meta reversa mientras te enseña la difícil labor de manejar un trailer”. ¡Qué bárbara! Me humedezco sólo de pensarlo.

Pero, ¿qué diablos es un chacal? Mi tía abuela la Monsiváis, que en paz descanse, decía: “En la jerga de los entendidos, el chacal es el joven proletario de aspecto indígena o recién mestizo, ya descrito históricamente como Raza de Bronce [...] el chacal es la sensualidad proletaria, el gesto que los expertos en complacencias no descifran, el cuerpo que proviene del gimnasio de la vida, del trabajo duro [...] es la friega cotidiana y no el afán estético que decide la esbeltez. El chacal tiene por hábito [...] sentirse ampliado, deseado así nadie lo contemple [...] El chacal no mira para no regalar su mirada, pero se deja mirar para ascender en su autoestima [:::] las camisetas entalladas, los jeans ajustados y convenientemente rotos, las gorras de béisbol, el perfeccionamiento de la mirada hostil o indiferente que sin embargo invita [...] de ningún modo el prostituido, en modo alguno el inaccesible...”

Cuánta razón tenía el escritor que también cultivó el gusto por semejante especie de hombres. Y cuán verdadero es que en México estos varones se dan a raudales. Lo mismo en el puerto de Veracruz, que en Tijuana, Monterrey, Puerto Vallarta, ciudad Nezahualcóyotl, Zacatecas, Aguascalientes, Saltillo…. ¡Ay papá! No hace falta una cartografía para ubicar a estos “hombres que tienen sexo con otros hombres”; están por todos lados.

Sólo tengo un inconveniente: Que los chacales frecuentemente son chichifos (porque buscan provecho a cambio de su compañía o favores sexuales) y no aceptan su homosexualidad o bisexualidad. Tampoco me gusta que, la mayoría de las veces, no son sexualmente participativos y casi todos prefieren a las vestidas. ¡¡¡O sea!!! Una también tiene su corazoncito y demás órganos deseosos de estimulación. Otra mas: ¿A cuántas mujeres auténticas de doble raya estos chacales no las han abandonado por las bien practicadas chambitas de las jotitas y vestidas? Historias se pueden contar por miles, y el relato de un chacal que recién me impactó, vendrá en la siguiente entrega.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Amigos sexuales o amigas “mano larga”

Los amigos sexuales son indispensables. Después del sexo con amor, no hay nada mejor que el sexo sin compromiso pero con cierta conexión. Esto sólo se puede lograr con los amigos sexuales con quienes hay que guardar distancia para mantener la pasión.



No se trata de una pareja, tampoco de un noviazgo, mucho menos un ligue de ocasión. Si existe cierta confianza, algo de entendimiento, empatía… en definitiva, el sexo es mejor. Hay quienes podemos establecer relación de amigo sexual con el ex marido, otras lo hacen con alguien que primero fue un acostón y luego pasaron a algo más “íntimo” y también las que, a fuerza de la repetición, comenzaron a tener otro tipo de relación. En todos los casos, la premisa siempre es la misma: ningún compromiso.

Pero también están las amigas que, de pronto, motivadas por la urgencia o el simple exceso de alcohol y otras sustancias, terminan interactuando sexualmente. Gloria y Claudia -la que esto escribe-, vivieron algo similar en más de una ocasión. Comenzamos con besos, luego pasamos al faje y terminamos en el sexo oral. Por un poco más, hubiéramos tenido sexo completo, pero como siempre, pudo más la conciencia que la calentura. Es el caso de las “amigas mano larga”.

Son dos episodios harto memorables. Cuando Jocelín dejó Monterrey, Gloria y yo fuimos por ella para ayudarle a conducir el auto de regreso a la ciudad de México. Una noche antes, la celebración por el cambio de ciudad y la despedida por parte de sus amigos regios ocurrió en el Parking. Con el exceso comenzó diversión. En poco tiempo, las bebidas alcohólicas hicieron su efecto y todos terminaron haciendo desfiguros. El sanitario-cuarto oscuro fue un lugar muy concurrido. Ahí satisfice mis bajos instintos, mientras que las demás bailaban, brincaban y cantaban. Por su puesto que también ellas visitaron ese cuarto que, recuérdese, Jocelín inauguró meses atrás como lugar para el intercambio sexual.

Ya de madrugada todos volvimos al departamento de Renata. Gloria y yo terminamos en una recámara. Un poco borrachas, comenzamos a besarnos. Pensé que ahí terminaría la cosa, pero continuamos con quitarnos la ropa y en un santiamén ya estábamos practicando el sexo oral. Quizá en ese momento, un corto circuito ocurrió en la ciudad debido a semejante acto lésbico. Después de un rato, Gloria estaba preparada para la penetración, pero entonces pensé que propiamente aquello no sería lo mejor. Además de que yo estaba ya satisfecha. Gloría me dijo:

- Es que yo no me vine, ayúdame.
- ¿Cómo?- le respondí.
- Bésame.
- E s t á   b i e n.

Este diálogo ahora es motivo de muchas risas cuando lo recordamos, pero así fue la primera vez que Gloria y yo llegamos a algo más en nuestra amistad. Claro que no lo repetimos hasta una segunda ocasión y nunca cambió nada entre nosotras. Tan amigas como siempre. El otro episodio fue una noche de martes después de haber ido a un conocido bar con cuarto oscuro. No fue una jornada buena, pero al final, un hombre guapo aunque con unos kilitos de más, me propuso un trío. En realidad yo ya había tenido un orgasmo, así que no me llamaba mucho la atención otro encuentro. Le dije que venía con una amiga que no podía, pero insistente me pidió que también invitara a Gloria. Fui con ella y le conté la proposición. Ni tarda ni perezosa, ella accedió. Los cuatro nos fuimos a un hotel.

Comencé con el más guapo, aunque el otro menos agraciado tenía mejor cuerpo y mejor dotación. Por eso, Gloria y yo los intercambiamos. En momentos en parejas, en momentos los cuatro, hasta que uno de ellos me dijo: “hazlo con él”, pensando que entre nosotras sólo había amistad. En cuanto lo hicimos, los otros estaban más que excitados. Cabe mencionar que ellos nunca hicieron nada juntos.

Al final, todos terminamos sobre Gloria, quedando la mujer más que embarrada. Lo chistoso de aquella vez es que yo no podía eyacular y los tres me miraban con cierta desesperación hasta que por fin lo logré. En un rato más, pese a la insistencia de los otros de que nos quedáramos, salimos como cómplices prostitutas de aquel hotel. Desde luego, la anécdota también ha causado mucha risa para quienes la conocen a detalle.

Así es, los hay de dos tipos: amigos sexuales y amigas mano larga. Como ya se dijo, los primeros reúnen ciertas características, pero la principal es la ausencia de algún compromiso. Aunque no falta quien con el paso del tiempo comienza a cultivar algún sentimiento por el otro y termina lastimado. Por eso es importante mantener siempre una barrera y conservar la distancia, tanto física como emocional. Es decir que los encuentros sexuales no sean tan frecuentes para que además la pasión sobreviva. Lo mejor que puede pasar, es que ese amigo sexual se convierta en un compañero de vida, cuando a la postre, el sexo ya no es necesario porque la otra conexión es mucho más importante. Ojalá ese fuera el destino de todos nuestros amantes pero la verdad es que la mayoría son desechables. ¿O me equivoco?

Conoce a Moreira... y no, no es Humberto (UFF)



Miro Moreira nació el 6 de abril de 1984 en São Paulo. Según él, cuando era un adolescente, era como el "patito feo", porque era flaco, utilizaba aparatos ortopédicos y tenía un montón de granos. Al principio trabajó en un banco, pero después uno de sus compañeros lo animó a seguir la carrera de modelo.

Él comenzó a modelar en las pasarelas en São Paulo Fashion Week. Desde entonces, ha modelado para Giorgio Armani, Armani Exchange, D & G, Belstaff, Lebole, Sean John, Roberto Cavalli, Dudalina, Aramis, Blue Man, entre otros.

También fue la portada de "L'Officiel", una de las revistas de moda más famosas de Europa. En Brasil, obtuvo una gran atención por participar del reality show "A Fazenda".

martes, 15 de noviembre de 2011

Orgías, tríos, cuartetos y empuñaduras

Ahí estaba: Gloria estimulaba con uno, dos, ¡tres!, ¡¡cuatro dedos!! ¡¡¡La mano entera!!! No pude verlo, quizá porque se trataba de mi amiga, quizá porque todavía me quedan escrúpulos. En cambio, un público extenso presenciaba el espectáculo sexual.

Amigos, amigas, ¿me extrañaron? Para qué me engaño, si nadie me escribió en tanto tiempo de ausencia. Sólo un par de chicos para preguntarme morbosidades porque al parecer soy experta en sucios temas. Pues aunque no lo crean, no soy directorio de productoras porno ni tampoco cadenera de cuartos oscuros ¡eh! Pues bien, espero retomar este espacio para contarles mis experiencias sexuales y las de mis indecentes amigas. Recuérdese que no somos mujeres, sino un trío de hedonistas maricones.

Entrando en materia, aunque algunos crean que son repugnantes, la verdad es que las fiestas sexuales son muy excitantes. Las hay en toda la ciudad. Lo mismo en la Condesa, que en Zona Rosa, que en Iztapalapa o ciudad Nezahualcóyotl, (en las márgenes de la civilización, donde se sabe hay una raza de hombres de bronce dispuestos a satisfacer a una mujer desesperada). Regularmente es a través de grupos virtuales, chats, listas de correo, etcétera, que nos enteramos de las orgías. Aunque a veces es por invitación directa. El caso es que después de recibir tantos comentarios de la Red Hot Party, mis amigas y yo decidimos asistir.

Gloria ya conocía todo tipo de orgías, públicas o privadas (por cierto, en otra entrega les relataré el cuarteto que compartí con esta loba); por mi parte, en alguna ocasión, hace años, fui a una de estas reuniones, pero Jocelín era novata en este terreno. De hecho siempre había sido bastante renuente en ir, primero porque aseguraba que dejaría de ir a los lugares públicos de intercambio sexual (Lupis), y segundo, porque le daba vergüenza quedarse en ropa interior en semejantes encuentros. Yo estoy segura de que, ciertamente, Jocelín no se siente nada orgullosa de sus pectorales y vello corporal.

El caso es que por fin se animó. Para ello debió estar algo alcoholizada, porque de otro modo, es toda virgen, santa y pura. Pura hipocresía, porque a la hora de la hora, ahí la tenemos en calzones o sin ellos saltando de uno a otro hombre. Claro, siempre y cuando no la vean sus amigas, porque entonces se sonroja y abandona el acto sexual… Después de la media noche, llegamos a la fiesta, muy cerca de Zona Rosa. El procedimiento es sencillo: tocas el timbre, ingresas a la casa, abonas tu cooperación “voluntaria”, te desvistes, quedando únicamente en calzoncillos y zapatos (que ¿sexy?), guardar tu ropa en una bolsa de basura, te colocas el brazalete con número de identificación y enseguida le das rienda suelta a los bajos instintos.

En la planta superior, en uno de los salines, la iluminación es adecuada para exhibicionistas y voyers, ahí mismo es la sala de videproyección. Los menos atrevidos preferimos el otro cuarto, porque se encuentra a media luz y más oscuro al fondo, aunque entrado el invierno es algo frío a pesar de la calefacción. Pues bien, ni tardas ni perezosas, le entramos a nuestro vicio. ¡Mamadora la vieja! Esa soy yo. ¡Sola, sola, pasiva, pasiva! Esa el Gloria. Y quién sabe qué será Jocelín, porque nunca se deja ver. Aunque sabemos que, al menos en los llamados Lupis, ella es muy insertiva y poco participativa. De pronto, cada quien en lo suyo, nos perdimos en aquél muégano de cuerpos… parejas, tríos, cuartetos y grupos mayores en plena interacción.

Al final de una agotadora sesión sexual, después de la cual casi me enamoro, decidí salir a la pieza iluminada para descansar un poco. Me percaté enseguida de un nutrido grupo de espectadores alrededor del sofá. Al acercarme, ahí estaba: Gloria estimulaba el recto de su compañero con uno, dos, ¡tres!, ¡¡cuatro dedos!! ¡¡¡La mano entera!!! No pude verlo, quizá porque se trataba de mi amiga, quizá porque todavía me quedan escrúpulos. En cambio, aquel público extenso presenciaba semejante espectáculo sexual. Había guantes de latex, también lubricante mantecoso y, sobre todo, mucho morbo.

Mejor me retiré hasta que Gloria terminara o hasta Jocelín se apareciera en cualquier momento. Mi asombro perduró incluso horas después de salir del lugar. Había visto la escena en algunos videos de Internet, me habían contado que esta práctica conocida como fisting ocurría con bastante frecuencia en un bar lether ubicado en la calle de Hamburgo, pero la verdad nunca pensé que verla en persona me causaría tanto escozor. Así es, amigas, no soy tan puerca como pensaban. Pero para poder obtener retroalimentación, me gustaría lanzar la pregunta: ¿qué motiva a quienes practican la introducción parcial o total de la mano en el ano o la vagina de la pareja? Mi hipótesis es la insatisfacción sexual derivada de los excesos, de ahí la búsqueda de prácticas cada vez más extremas, aunque no signifiquen necesariamente placer. En el caso del sujeto activo, creo que se trata de un asunto de poder.

Como sea, no quiero que piensen que lo estoy condenando. A final de cuentas, de todo hay en la viña de Señor. Con qué calidad moral puedo juzgar a los demás y decir qué es bueno o malo. Siendo yo tan prostituta como María Magdalena, solamente puedo decir que quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

lunes, 10 de octubre de 2011

Consejos para mantener una relación gay abierta

Los peligros son muchos. Siempre es mejor acordar y no enterarse, a menos que la cosa termine en trío. La situación debe llevarse con cautela e inteligencia. No vaya a ser que luego nos quedemos como la “perra” de las dos tortas.

Gloria, Jocelin y yo somos jóvenes; no rebasamos los treinta, aunque ya faltan pocos años para que la primera lo haga: Jocelin, la mayor de las tres. En nuestra vida hemos aprendido lecciones valiosas y hoy en día, para bien o para mal, sabemos un poco mejor cómo establecer una relación sentimental, claro, cuando nos interesa.

Algo que nos queda más o menos claro, con excepción de Jocelin, a quien nunca le he conocido novio formal, es que una relación abierta puede ser divertida en ocasiones y garantía de muchos años de compañía amorosa; en otros casos puede ser fatal.

¿Qué es una relación de pareja abierta? Aquella donde sus integrantes llegan a un acuerdo para poder estar con otras personas. El nivel del pacto varía según la libertad que deseen quienes la suscriben, pero las reglas deben ser claras desde el principio. Por ejemplo, habrá quienes decidan contarse sus aventuras, otros que decidan observar a la pareja con terceros sin participar, otros que sólo accedan a tríos, unos más que únicamente tienen permisos en lugares de encuentro pero no en casa y aquéllos que se consiguen entre sí al invitado sexual. En fin, las posibilidades pueden ser tantas como lo permite la diversidad sexual y amplitud de criterio de los que así lo quieren.

Gloria, para no perder el título de la más loca, fue la primera en tener una relación abierta. La he visto, con o sin pareja, igual de libertina. Pero ella más que todas conoce el riesgo de las mismas relaciones infieles. Hace tres años que la conozco y entonces tenía una relación con otro de mis conocidos. Su marido, un poco mayor y feo, estaba de acuerdo en que los dos tuvieran aventuras con terceros incluso enfrente de sí. Por supuesto, a Gloria le venía como anillo al dedo. La única condición era no meter a mujeres en esa dinámica. Así fueron felices mucho tiempo, pero un día llegó alguien a quien Gloria vio con ojos de amor y dejó a su marido. Ahí los riesgos de permitir el acceso a otros a las relaciones establecidas.

Pero todo se paga en esta vida, y aunque en esa nueva relación de Gloria hubo promesas de fidelidad y de compromiso absoluto, no fue realidad. Gloria enamorada tuvo que padecer el engaño de su nueva adquisición y aunque la traición pudo superarse (¿con qué calidad moral Gloria puede molestarse por ser víctima de la infidelidad?) en realidad el amor por parte de su marido fue acabándose hasta que la dejó. Entonces quedó como la “perra” de las dos tortas, o sea, sin ninguno. Aún así, la zorra no abandonó la vida que llevaba antes y ahora parece estar más que aliviada de esos dolores del corazón; cómo no, si desayuna, come y cena hombres como si fueran los sagrados alimentos.
En mi caso, nunca he sido fiel; ninguno de mis novios y parejas ha tenido exclusividad sobre mi cuerpo, tal vez sobre mi corazón. Pero hay que decirlo: esa infidelidad siempre había sido clandestina, ilegal, nunca acordada y consentida por el/la afectad@ en turno. Con el paso del tiempo me pareció importante ser honesta y revelar que lo mío lo mío, es la putería, por lo que si alguien se interesaba en establecer una relación conmigo antes debería firmar el contrato de “relación abierta”.
Con mi último marido la situación fue más o menos clara desde el principio, pero está claro que una no puede decirle tan descaradamente a los hombres: “Soy totalmente zorra. Podemos andar pero ¿me das permiso de estar con otros?”. Así que la confesión tuvo que ser poco a poco. El primer acto fue un beso infiel con un rico chacal en una fiesta de carnaval. Mi marido claro que hizo escándalo, pero luego entendió que ni un ósculo ni una mamada atentan con los sentimientos, por lo que el amor puede seguir vigente. El segundo paso fue acudir juntos a lugares públicos para el intercambio sexual (LUPIS), cuartos oscuros, piscinas, saunas, etcétera, donde la diversión fue máxima. Sobre todo porque una y otro teníamos placer con diferentes hombres.

El tercer paso fue el más complicado: hacerlo entender que no tenemos que estar juntos ni tampoco vernos el uno al otro en flagrancia para darnos permiso, sino que cada quien por su lado puede divertirse con una sola condición: no involucrarse con los terceros en discordia. Esto es no pedir números telefónicos, correos electrónicos y si es posible ni nombres; mucho menos llamar, escribir, salir. Simplemente la satisfacción física, y listo, ¡vámonos! Seeee ya sé que no se puede ser más hedonista, pero ¿acaso no me conocen ya?

Por su parte, Jocelin asegura que ahora que vuelva de Philadelphia conseguirá marido en chilangolandia después de años y felices días de no haber tenido uno. Yo estoy completamente segura que no será capaz de establecer una relación abierta, si hasta ahora no ha tenido novio… Además de que ciertamente no es tan sexual como sus amigas. Pero si acaso decide hacerlo, que ponga mucha atención en las reglas para ser infiel y mantener al marido amarrado:

  • Procura llegar a un acuerdo civilizado. Abrir la relación es conveniente para los dos, así que no es imposible firmar ese contrato.
  • No oigo, no veo, no escucho. De preferencia, no enterarse de las aventuras del otro, a menos, obviamente, que sea un trío.
  • Insisto, no involucrarse con lo terceros en discordia, mucho menos enterarlos de que tienes una relación, porque luego hay unos que se encaprichan y se imponen el reto de acabar con matrimonios consolidados (je je je je, ¿como quién será?).
  • Nunca compares y procura tener siempre el mejor sexo con quien tienes en casa; simplemente para no sentir nostalgia por los hombres de afuera.
  • No dejes de cumplir tus obligaciones sexuales, así que toma muchas vitaminas para satisfacer a los amantes, pero sobre todo al propio.
  • Es recomendable respetar los espacios de la pareja, no lleves al amante a donde no quieres que tu marido lleve a su conquista.
  • Siempre llega a casa y no dejes de contestar el móvil cuando tu novio o pareja te busque, para no levantar suspicacias.
  • Sé responsable. Cuídate que así cuidarás a tu pareja también.
  • Honestidad ante todo: Habla siempre sobre cualquier problema derivado tu relación abierta con el principal interesado: tu marido
  • Asume las consecuencias de tus actos; para bien o para mal, tú tomaste la decisión.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Infecciones sexuales, el pan nuestro de cada día

Quien haya estado libre de infecciones, que tire la primera piedra. Verdaderamente las bacterias, los virus, parásitos, hongos y demás contagios no son para presumirse, pero con seguridad todo mundo los ha albergado alguna vez en su vida.


Hace unas semanas, después de abandonar para siempre la sultana del Norte (MTY), Jocelín pasó unos días en la ciudad de México (DF) antes de irse una temporada a Philadelphia (PHI). Entonces, una madrugada después de no me acuerdo de qué, decidimos ir a la Casita. Seeee, la Casita, no se hagan que la virgen les habla porque bien que conocen sus laberintos como la palma de su mano. Ya sé que no es un lugar tan limpio como quisiéramos, que en muchas ocasiones no es posible encontrar buen material, que los robos están a la orden del día… pero qué se le va a hacer, si en México sólo tenemos este tipo de servicios para el encuentro sexual rápido, fácil y barato.

El caso es que aquella madrugada, Jocelín, Gloria y yo mera terminamos en los calabozos de ese emblemático lugar de encuentro de chilangolandia. Fue como muchas veces, para arriba, para abajo, obscuridades, más claridades, olores, suciedades… En realidad no pasó nada extraordinario como otra vez cuando en diferentes momentos y por recomendación de “boca en boca” las tres compartimos al hombre. Lo único que ocurrió digno de relatarse aquella jornada fue que a Jocelín se le rompió el condón (!)

A todas nos ha pasado, miente la que diga que no; o mejor dicho, no usa condón. Es algo que sucede ya sea por falta de lubricación, o por un poco de aire en el preservativo, o por la brusquedad del entra y sale. Como sea, el miedo no anda en burro y enseguida de una ruptura de latex viene la preocupación. Jocelín no me lo confesó, pero ella no cuenta con que Gloria es un tanto comunicativa, bueno, no menos que cualquiera de las tres. El caso es que la mujer andaba pidiendo prescripción desde aquella ciudad estadounidense ante la sospecha de una infección por “gono”. Por cierto, al tiempo que escribo esta columna, mi ex marido me platica que hace unos días contrajo la misma infección. Ya ven, la que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Para Jocelín, quien por cierto en su derecho de replica me ha pedido aclarar que ya no siente culpa ni remordimiento por la putería, fue falsa alarma. Mi amiga que ahora reside en los Estados Unidos no contrajo gonorrea ni nada parecido. Pero seamos sinceras, amigas, por más que lo intentemos, por más cuidadosas que seamos, la verdad es que no hay sexo cien por ciento seguro, a menos que practiquemos la abstención pero eso no va con nosotras ¿verdad? Al menos no con mis amigas porque no se les olvide que somos de las piores, gozosas de los cuartos oscuros, saunas, jardines calientes, cabinas y cualquier LUPIS que se nos atreviese, llámese Lugar Para el Intercambio Sexual. De este modo, debemos aprender a enfrentar las infecciones de transmisión sexual y a encontrar los tratamientos más rápidos y efectivos.

Recuerdo todavía cuando contraje ladillas, esos pequeños piojos que se encajan en lo más profundo del vello público. Fue un día entre semana que regresando a casa, me pareció divertido abordar el Metro y ligar a alguien. Así fue y el hombre terminó en mi casa y, puesto que yo estaba en una relación, solo fajamos e hicimos sexo oral. Suficiente para que días después experimentara una comezón terrible que me orilló, ilusamente, a pedirle a mi novio que me revisara. En eso estaba cuando sentí un gran empujón. “¡Qué puto!”, me gritó. Por su puesto que lo negué todo y me atreví a inculparlo a él. Los bichos esos, sin embargo, no me dejaron mentir. Se revoloteaban entre los vellos una vez que aumentaron de tamaño. La solución, que seguramente la conocen todas, es recortar y aplicar un famoso shampoo para cuando sientes “pasos en la azotea”.

Pero no se olvide que Gloria es la más puta y también la que más contagios ha padecido. Resulta que tuvo infecciones desde adolescente: contrajo herpes genital (por demás común) a tierna edad aunque se percató de ello hasta pasados los veinte. También ya hemos dicho que por ese ajetreo que sufren sus pezones con argollas, luego atrapa infecciones que la hacen supurar. Así es: en ocasiones sus pechos segregan pus a raudales en lugar de calostros. Sí, ya se que suena asqueroso, pero es la pura verdad. Gloria también sufrió gonorrea, con los ardores y fluidos amarillentos que la caracterizan; por eso desde entonces guarda en la cajuelita de su auto una receta médica, lista para adquirir los antibióticos que sean necesarios.

En fin, no cabe duda que las infecciones de transmisión sexual son el pan nuestro de cada día. No creo tener la autoridad moral para dar lecciones de cómo cuidarse y cómo prevenir estas infecciones. Mi mejor recomendación es referirse a los muchos artículos especializados que ha publicado esta agencia sobre sexualidad y prevención. En todo caso, mi único mensaje, otra vez, es en contra de la hipocresía, porque todas, reconozcámoslo, hemos pasado por un contagio al menos una vez en nuestras vidas.

jueves, 29 de septiembre de 2011

De cuartos oscuros y soledades encontradas

¿Sientes vergüenza después de acudir a un cuarto oscuro? ¿Te inunda la culpa cuando te reconoces fácil? Cuidado, no es que se hayan equivocado tus padres con la moral impartida, lo más seguro es que le tienes miedo a la soledad y te encuentres en ella.
Hace unos años Jocelín era inocente. Un poco maltratada por la vida, guardaba su sexualidad en un gran closet, como si hubiera sido una peluca que le encantaba pero que no podía usar en todas las fiestas. Reprimida, ella desconocía y rehuía de los lugares para el encuentro sexual por el remordimiento que le generaban; como era el caso de los cuartos oscuros, los cuales existen en México (me han dicho) desde tiempos inmemorables.

Según me cuentan, El Taller fue el que “innovó” con esta clase de cuartos , aunque no me tocó conocerlo porque, de hecho, el primero al que asistí fue el de La Estación. El caso es que desde entonces mis amigas me han nombrado la reina del cuarto oscuro e incluso dicen que mi mejor instrumento de trabajo es una cinta de confinamiento, de esas amarillas que usan policías de series gringas para acordonar áreas.

En este terreno, Jocelín era novata, ya les dije que incluso los cuartos calientes como también les llaman, le daban miedo y culpa. No tanta, creo yo, por haber inaugurado uno en Acapulco y otro en Monterrey, pero ella jura que era nueva en esos andares. En cambio ahora, tanto Jocelin como yo, y desde luego Gloria, somos asistentes frecuentes de estos maravillosos lugares.

La verdad hay que agarrarles el modo, porque hay quienes visitan los cuartos oscuros creyendo que encontrarán el amor o al menos una cita decente. No, chicas, no. No se confundan. Los cuartos oscuros son como una tienda de conveniencia, de esas que están las 24 horas abiertas y donde encuentras básicamente comida chatarra con un 25% de sobreprecio. Así es, en estas tiendas con seguridad conseguirás lo que necesites a altas horas de la madrugada: Una sopa instantánea, unas botanitas, cervezas, hielos, esas cosas que se requieren de emergencia… tal como un cuarto oscuro.

Ahí hay que ir con Pepe Grillo dormido, es decir, sin culpas ni remordimientos, también con realismo: se trata de satisfacer una necesidad sexual y nada más. Las habrá afortunadas como yo que conocí a mi marido en un lugar de encuentro sexual, pero no es la regla. Así que vayan sin pretensiones, ni amorosas ni terrenales… y es que hay veces que entran las muy melosas o las muy inalcanzables. ¡Hueva! Si no es para sexo, mejor no entren. El colmo está en aquellas que pretenden entrar sin ser tocadas, ¿cómo así? Menos cuando hay noches que no cabe ni un alfiler.


Las reglas del cuarto oscuro son básicas: respeta el NO de los demás; sé educada con quien no te gusta y no quieres nada con él, evita ser agresiva a menos que el otro siga manoseando con terquedad; se higiénica, no a todas nos gustan las porquerías y luego cómo cuesta quitar las manchas de semen de la ropa y los zapatos; no enciendas tu móvil, aparte de que eres blanco fácil para el robo, ¿qué parte de cuarto OSCURO no entiendes?; evita ser la "usurpadora", pues algunas llegan ya con la mesa puesta y comen como si les hubiera costado trabajo el bocado; y básico: no platiques, no jotees, no grites, que las demás estamos "trabajando" (como dijera la Micha).

Volviendo a la historia de Jocelin, la recuerdo muy abochornada en Acapulco, ahuyentándome del lugar cuando tenía a un hombre encima. Ella tiene la culpa, pues ese corredor no era cuarto oscuro; estaba desierto pero eso no quiere decir que se podía coger y mamar como si nada. Al otro día, la mujer no podía con la angustia. Se sentía la más puta, la menos decente, la peor de todas.

A muchas nos ha pasado lo mismo, pero el problema radica en la intención con que acudimos a esos lugares. Así como Jocelin en aquel entonces, la vergüenza es una reacción inmediata que provoca el cuarto oscuro; el comportamiento no es políticamente correcto, tampoco públicamente aceptado entre el colectivo, mucho menos reconocido. Pero más que la vergüenza por la "inmoralidad" que socialmente denota, se trata del enfrentamiento con una realidad innegable: El sentimiento que nos invade todo el tiempo es el miedo a la soledad y entrar a un cuarto oscuro, cuando no se tiene conciencia de lo que hacemos realmente, significa encontrarnos en un océano de soledades y eso nos angustia sobremanera. Tal como dijera mi intima Mariperla: "muy bonita, muy bonita… pero ¡sola!".

Así que, para evitar esa emoción agridulce, amigas lectoras, háganme caso: pierdan la decencia por completo, al menos reconozcan que ya la extraviaron hace mucho y, sin hipocresías, disfruten de los cuartos oscuros que para eso son… lo cual no significa dejar a un lado la autoestima y el autocuidado, que las infecciones están a la orden del día. Por cierto, buen tema para la siguiente entrega. Nos leemos la próxima.